Ayer, finalmente, el presidente de la Federación de pandas de Verdiales comunicó que, tal y como se esperaba, este 28 de diciembre la Fiesta Mayor se celebrará de nuevo en la venta San Cayetano. En la reunión mantenida el martes entre los distintos responsables se acordó que el Ayuntamiento acondicionará practicamente todo el recinto para evitar en lo posible el enfangamiento de la zona. También se propuso retirar una serie de alcorques que obstaculizan el recinto, cosa a la que la dueña del establecimiento no puso objeción pues al parecer "como venta no va a funcionar más".
Así pues, despejada la incógnita, solo resta confiar en que en el futuro las autoridades competentes tratarán con más consideración a la Fiesta y no la harán depender de reuniones de última hora. Recordemos cuando una mezcla de imprevisión y dejadez dejaba a los inocentes al albur del viento y la lluvia sin una simple carpa que los protegiera. No vayan a pensarse nuestros prebostes públicos que la zanahoria del premio en disputa (¿en cuánto queda después de dividirse entre los 20 miembros de una panda?) les asegura una incondicional displicencia. Por rencillas más triviales ciertas pandas de renombre han dejado de asistir a festivales y concursos. ¿Y qué nos deparará el nuevo Parque? Sigue siendo una incógnita. ¿Acaso el futuro pase por la vuelta a la separación de los estilos para reducir la parece que inevitable masificación? ¿Es Benagalbón el modelo hacia el que hay que tender? ¿Qué buscamos, cantidad de asistentes o asistentes de calidad? El tiempo lo dirá.
Mientras, que el violín de Salvador Padilla y su panda de Almogía hagan despuntar este nublado día:
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