Verdiales que dejaron rastro

Se acerca la 41ª Semana de Verdiales que cada año organiza la Peña Juan Breva. Entre sus diversos actos -charlas, actuaciones, etc.- es de suponer que se pasará revista a las últimas investigaciones y documentos en torno a los orígenes e historia de la Fiesta. Conviene, por tanto, ponerse al día en el estado de la cuestión.

Para ello traigo a colación esta monografía de Eusebio Rioja -flamencólogo, experto en el mundo de la guitarra e investigador verdialero- titulada "La Fiesta de Verdiales. Documentación sobre su antigüedad" (2008) en la cual el autor resume una serie de documentos y textos del siglo XIX y principios del XX donde explícita o implícitamente se hace referencia a actuaciones y fiestas de Verdiales. He aquí el interesante trabajo.

Los aspectos más destacables que, a mi juicio, ofrece Rioja en su exposición los planteo aquí resumidos:

1.- Recopila una completa bibliografía de los textos de referencia en la investigación de la Fiesta de Verdiales. Iré situando dichas referencias en el apartado de bibliografía del blog.

2.- Aunque pasa de puntillas, menciona una zambra morisca pintada por Christoph Weiditz (1529) que se parecería a una arcaica panda.

3.- Numera las principales fuentes de las que se surte el investigador del flamenco: literatura costumbrista (viajeros), prensa y escritos musicales (folcloristas). Es de tener en cuenta por el aficionado a estos asuntos.

4.- Plantea la cuestión acerca de la falta de documentos antiguos referidos a los Verdiales, y postula una doble respuesta: i) el ruralismo y ii) el carácter innominado de la Fiesta.

4i.- La naturaleza campesina de la Fiesta la habría alejado del conocimiento de los estudiosos (ámbito de acción limitado a ciudades y pueblos). Además, su carácter rudo a los oídos no habría hecho interesante su divulgación (se la considera cosas de catetos).

4ii.- La Fiesta no tiene nombre propio sino que adopta títulos genéricos circunstanciales: fiesta, fandango (fiesta popular, desde el s. XVIII), los inocentes (por acaecer ese señalado día de la tradición cristiana), los de Los Verdiales (en referencia al partío donde se daba). Esto la haría pasar desapercibida en los textos.

5.- No es hasta finales del s. XIX que empieza a designársela más concretamente: comparsas (1896), verdiales (Juan Breva, 1910; diario El Popular, 1911; diario El Popular, Fernando Lacarra, 1915; diario El Popular, 1924).

6.- No se menciona la obra de Juan López Merino, "Currito el de las guitarras" (1923), comentada aquí, donde el autor invoca las expresiones "parranda de los Inocentes", parranderos, la fiesta y malagueña con violín. Sin embargo la expresión "parranda de los inocentes" si aparece recogido en otros documentos anteriores, como vamos a ver.

7.- Seis textos profusamente comentados por E. Rioja. Son los siguientes: i) Solicitud fiestera (1862), ii) los fandangos de Eduardo Ocon (1874), iii) las parrandas de inocentes (1886 y 1890), iv) el carnaval de 1889 (en la "Revista Literaria"), v) la novela "El Gusano de Luz" (1889) y el poema "El baile de los abuelos" (1901), de Salvador Rueda; y, finalmente, vi) el capítulo "Los Inocentes" del libro "Piedras Falsas" (1892), de Ramón A. Urbano.

8.- De todos estos documentos se puede sacar una conclusión bien clara: "La Fiesta de Verdiales cuenta con una personalidad propia e indeleble que se remonta al menos al siglo XVIII".