XLVIII Fiesta Mayor: Balance de lo positivo

La palabra balance chirría al oído no por gusto, sino debido a que es un galicismo proveniente del latín vulgar bi-lance (dos platos, balanza). Al parecer la i se convirtió en a por influjo analógico (según nos cuenta su etimología) del término baller, cuyo significado es bailar y de donde también procede el finísimo ballet.

Pues, como en el ballet, este artículo va a pasar de puntillas por lo cuantitativo (la clasificación del concurso en la Fiesta Mayor de Verdiales) para centrarse en lo cualitativo, sopesando en la balanza de mi subjetividad los aspectos positivos y negativos de lo ocurrido el día de ayer en la (ex)venta San Cayetano.

En el platillo del haber resaltemos el más que notable respeto que los dioses de la meteorología tuvieron para con sus devotos fiesteros. Hay quien dirá, y con razón, que no por nada los Verdiales -la celebración del Sol Invicto- se han conservado -precisamente- en la región del mundo en vías de civilización (en ello seguimos) donde el astro rey se luce más horas al año. Pues así fue que, después de varias semanas de lluvias monzónicas, a los tontos no les cayeron más que cuatro gotas de esas que hacen crecer el pelo a los señores que se hacen la raya ancha. Como para darse con un canto en los dientes.

Otra razón de peso que añadir al lado positivo fue el estupendo aguante del público asistente a la maratón de doce horas en el que se ha convertido la Fiesta Mayor. El vino dulce y las tapas de callo ayudaron, sin duda. A la espera de datos oficiales estoy convencido de que las instituciones responsables (y, sobre todo, los responsables de justificar el uso que se da al dinero público) se felicitarían al final de la jornada porque la inversión en acondicionamiento del recinto obtuviera una meritoria respuesta popular.

Por último hay que apuntar el notorio nivel musical que registraron buena parte de las muchas pandas actuantes. Aquellas que obtuvieron los primeros puestos y algunas otras que se quedaron cerca hacen, sin lugar a dudas, los mejores Verdiales que pueden escucharse en vivo. De otras, por el contrario, sólo puede decirse que interpretan más o menos correctamente fandangos por verdiales; percepción ésta que no sumo al platillo de lo negativo pues el tiempo y la afición todo lo arreglan. De cualquier modo e independientemente del resultado musical, es de destacar el gran interés, afición e incluso obsesión que con regocijo se observa en tantos y tantos fiesteros, sean nuevos o viejos, primerizos o retornados al mundillo tras largos años de alejamiento. Sin duda el fandango verdial se ha salvado, y la ilusión también, pero... ¿y la Fiesta?

Valgan estas luchitas de las pandas más puntuadas como prueba de lo dicho además de para poner punto y seguido a esta valoración. Y mañana hablaremos del Gobierno.